Mira por el agujero
con su ojo de huracán,
el mismo que levantó,
hace tiempo, la tempestad.
Oculto, desde su rama,
contempla el bosque
y el laberinto,
la tormenta y el fuego
por la fisura inevitable
que no pude cerrar.
Una cortina de niebla
separa y une
nuestras orillas.
Algún resquicio habrá
perdido entre la albura.
¿Como cazar al pájaro voraz
-que atisba la manzana-
si no cruza a esta orilla?
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